13 sept 2018

El gobierno del Frente Popular

  Inculcado a partir de 1939, el trazo grueso del catecismo franquista no desapareció con la muerte del dictador. Al contrario, perduró en el argumentario de buena parte del nuevo moderantismo democrático a partir de 1975. A saber, el Levantamiento trataba de liberar a España del marxismo y el bolchevismo. "¡O votáis por España o votáis por Rusia!" clamaba el diario ABC a sus lectores 48 horas antes de la cita electoral. ¿Pero qué hay de verdad en todo ello? ¿Quiénes encarnaron, en realidad, el gobierno salido de las urnas tras la victoria del denominado Frente Popular?

 Febrero de 1936. Elecciones generales. Con los líderes de las izquierdas encarcelados o en el exilio, los radicales de Lerroux amortizados, y la CEDA a las puertas del poder, los católico-monárquicos, financiados a espuertas, no dudan de su victoria. En los últimos meses, sólo un hombre ha sostenido el pulso al embate represivo. Con sus discursos en campo abierto, Manuel Azaña encarcelado arbitrariamente a raíz de las rebeliones de octubre de 1934 y puesto en libertad tres meses después, lograba la deseada cohesión entre los defensores de la República propiciando su unión electoral. En caso de victoria, Azaña gozará de manos libres para designar su propio gabinete de gobierno. No integrará a socialistas largocaballeristas, comunistas o anarquistas, revolucionarios esgrimidos por las derechas para legitimar la represión, y con los que, según él, no se puede contar. Todos, en cambio, le estiman merecedor de su voto sin exigir nada a cambio. Se trata de salvar a la República, de implementar por fin la democracia, de aplicar, de una vez por todas, las tan necesarias medidas de transformación social y estructural, suspendidas o anuladas a partir de diciembre de 1933, cuando la victoria electoral de la conjunción radical-cedista se lanzó a deshacer todas las conquistas del bienio progresista.

  El país acude a las urnas. Las derechas no dan crédito. Estupefactas contemplan cómo las izquierdas les superan en voto. Esa misma noche, Gil Robles exhorta a Portela Valladares a no entregar el poder mientras Franco fracasa en su intento por ocupar las calles. En menos de 48 horas, el triunfador de las elecciones nombra un gabinete compuesto por ocho ministros suyos, dos centristas pertenecientes a Unión Republicana y un general para la cartera de Guerra. Un gobierno de reconocida solvencia, dispuesto, ahora sí, a modernizar de una vez por todas un país lastrado, anclado en el XIX y viciado en lo estructural.

 Votando por el denominado Frente Popular -desde la izquierda más radical al espacio de centro representado por la Unión Republicana de Martínez Barrio-, únicamente se garantizaba la amnistía de todos los represaliados a partir de la revolución de octubre de 1934 y la promesa de reparación de todos los agravios cometidos (readmisión de funcionarios, reinstauración de las garantías democráticas, etc.). Se trataba de salvar la naciente democracia española; de evitar el tan anunciado asalto corporativo a las instituciones. En realidad, la conspiración contra la República había resultado permanente desde su misma proclamación.

  Lejos de la lunática propaganda franquista fosilizada durante el régimen, así quedaba, en ficha de La Vanguardia, la fisonomía política del primero de los cuatro fugaces gabinetes republicanos, todos típicamente burgueses, antes del definitivo golpe de Estado fascista de julio de 1936 que arrastraría al país a la guerra y posterior dictadura.


Presidencia: Don Manuel Azaña (Izquierda Republicana)
Estado: Don Augusto Barcía (Izquierda Republicana). De abolengo liberal. Diputado reformista en las Cortes de la monarquía. Al advenimiento de la República fue designado presidente del Consejo Superior Bancario. Abogado en ejercicio.
Gobernación: Don Amós Salvador (Izquierda Republicana). Arquitecto. Diputado de Acción Republicana en Cortes Constituyentes y de Izquierda Republicana al adoptar el partido este nombre.
Justicia: Don Antonio Lara (Unión Republicana). Abogado. Diputado a Cortes por el Partido Republicano Radical y Ministro de Hacienda durante los gobiernos de Alejandro Lerroux.
Hacienda: Don Gabriel Franco (Izquierda Republicana). Catedrático de la Facultad de Derecho de Salamanca. Especializado en Hacienda. Diputado en Cortes Constituyentes y ponente por Acción Republicana en distintas comisiones parlamentarias sobre finanzas.
Instrucción Pública: Don Marcelino Domingo (Izquierda Republicana). Pedagogo y periodista. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes y, posteriormente, de Agricultura, Industria y Comercio en los gabinetes republicanos habidos desde 1931 a 1933.
Guerra: General Masquelet (Técnico)
Marina: Don José Giral (Izquierda Republicana). Químico. Diputado en Cortes. Ministro de Marina desde 1931 a 1933.
Obras Públicas: Don Santiago Casares Quiroga (Izquierda Republicana). Abogado. Ministro de Marina, Gobernación o Justicia respectivamente en los sucesivos gabinetes de gobierno hasta 1933
   Agricultura: Don Mariano Ruiz Funes (Izquierda Republicana). Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Murica. Diputado de Acción Republicana en Cortes Constituyentes.
   Comunicaciones: Don Manuel Blasco Garzón (Unión Republicana). Abogado. Diputado en Cortes Constituyentes por el Partido Radical y, posteriormente, integrante del espacio de centro republicano liderado por Martínez Barrio.
   Industria y Comercio: Don Plácido Álvarez Buylla (Izquierda Republicana). Diplomático. Diputado a Cortes Constituyentes. Director general de Marruecos y colonias, desempeñó al tiempo diversos altos cargos en el Ministerio de Estado.
  Trabajo: Don Enrique Ramos (Izquierda Republicana). Abogado. Subsecretario de la Presidencia del Consejo durante los gabinetes de gobierno hasta 1933.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario