"Al
considerar la Historia como esa mesa de sacrificios en la que han sido víctimas
la felicidad de los pueblos, la sabiduría de los estados y la virtud de los
individuos, se suscita necesariamente al entendimiento la pregunta: ¿para
quién, para qué finalidad, ha sido inmolada esa asombrosa cantidad de
víctimas? A Hegel no le sirve la mera idea de la sangre derramada, porque
ésta, antes de prestarse a la pregunta (…) sobre cuál es el sentido
[sacrificial] de esa sangre, tendría que haber siquiera promovido la cuestión
de si hay o no sentido en ella. La figura del altar sacrificial ya trae
consigo positivamente contestada esa pregunta previa; ya trae la respuesta: “el
sacrificio (…) se inserta en un contenido específico: el de la relación del
hombre con la divinidad”. Una divinidad que para Hegel no está en discusión.
Hegel concluye: “Este fin último [el fin del Espíritu Absoluto] es aquello a lo que tiende la historia universal, y para lo cual son consumados todos los sacrificios en el vasto altar de la tierra y en el largo transcurso del tiempo”. “El cristiano Hegel se sintió obligado a elaborarle a la [divina] historia universal una coartada”. Aceptada ésta, “el Espíritu es el principio director de la evolución; aquello mediante lo cual, ésta cobra su sentido”.
Hegel concluye: “Este fin último [el fin del Espíritu Absoluto] es aquello a lo que tiende la historia universal, y para lo cual son consumados todos los sacrificios en el vasto altar de la tierra y en el largo transcurso del tiempo”. “El cristiano Hegel se sintió obligado a elaborarle a la [divina] historia universal una coartada”. Aceptada ésta, “el Espíritu es el principio director de la evolución; aquello mediante lo cual, ésta cobra su sentido”.
- Rafael Sánchez Ferlosio / God & Gun
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