9 abr 2019

Gnósticos, agnósticos y ateos

  "Sabemos que todos tenemos ciencia. Pero la ciencia hincha; sólo la caridad edifica. Si alguno cree saber algo, aún no sabe como conviene saber; pero el que ama a Dios, ése es conocido por El". Pablo [Cor.8, 1-3] es ya consciente, hace 2.000 años, de que hay conceptos que no es posible demostrar. Sólo el verdadero creyente es el único capaz de conocer el amor de Dios, que sobrepasa cualquier intento de conocimiento. A juicio de Pablo, "conocemos sólo en parte" [Cor.13,9] pues sólo Dios, cuando habita el corazón del creyente, puede, por la fe, revelar su plenitud. El de Tarso no hace sino anticipar el gran fundamento escolástico: Fides quaerens intellectum; no se trata tanto del intelecto que busca la fe, sino de la fe que busca el intelecto. Santo Tomás ya no hablará de pruebas, sino de vías para llegar a Dios.

 Gnosis –señala Antonio García Romerosignifica conocimiento; un conocimiento no adquirido, sino revelado. Esta –necesariamente y en origenprimera relación establecida con lo sobrenatural con la divinidad–, lejos de ser racional, es mística o secreta; para el gnóstico se recibe desde arriba.  

 El agnóstico no da crédito a esta relación; menos aún se considera capacitado para conocer; para relacionarse con lo sobrenatural; para alcanzar, en fin, las vivencias(1), fuentes de conocimiento del gnóstico. Cabe acaso añadir que, aun así, dentro de esta categoría cuando menos en su vertiente más popular o incluso lúdica, los hay que apetecen de interpretar el agnosticismo en modo no incompatible con la posibilidad de dejar una puerta abierta a un cierto misterio a la hora de plantear todo aquello que se sitúa, a su juicio, fuera de dicho entendimiento.

 Para el ateo la materia es eterna. El materialista discrepa respecto a que el gnóstico posea una facultad sobrenatural. La esencia del ateo es que ya no se plantea si lo divino, si así puede denominarse, es posible, puesto que ya ha terminado por emanciparse de esta posibilidad. El ateo vive sin la idea de Dios. Al contrario que el gnóstico, no "proclama" ni afirma, pero sí ignora a quien así actúa. Fruto de una profunda convicción en base a la razón y el estudio del fenómeno religioso, lo que el ateo ya ha meditado es si estas ideas de trascendencia pueden, verdaderamente, llegar a ser posibles.

 Así, el gnóstico proclama necesariamente una primera revelación en virtud de un conocimiento superior, ajeno al alcance de sus semejantes. El agnóstico se sitúa fuera de las capacidades proclamadas por el gnóstico. A ojos del ateo, quien se proclama perceptor de dicha revelación tiene la misma capacidad que cualquier otro hombre; sabe lo mismo respecto a Dios, que el resto de sus semejantes aunque aparente saber más. De este modo, es respetado por el ateo el creyente que, respecto a la idea de Dios, concluye: "sabiendo lo mismo que el científico, tengo fe". Por el contrario, es refutado por el ateo quien se proclama con una capacidad para conocer superior a la del resto de sus semejantes: “tengo facultades superiores a los demás que me conectan con lo sobrenatural o me han transmitido una verdad revelada"; facultad que algunos agnósticos, bien por cortesía social, divertimento o cierto espiritualismo sui generis, no suelen cuestionar al gnóstico.

  1-. Frente a la experiencia, necesariamente pública y repetida en el tiempo, la vivencia es siempre subjetiva, íntima, personalísima.

1 comentario:

  1. Dios, un intento de resolver la incógnita del origen mediante una hipótesis. "Desde siempre corre el rumor o mejor dicho la idea de que existe una salida" (Samuel Beckett).

    Pero, quién sabe (digo yo). 'Creemos' saber (fe).

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