31 mar 2019

Azaña; reflexiones republicanas: La República, una patria por crear

  "¿Qué es actualmente España? Una aglomeración de hombres con las apariencias de nación, con los vínculos jurídicos de una sociedad, de un Estado, pero sin alma común, sin unidad espiritual alguna, hombres que no han acertado a encontrar todavía la expresión de un anhelo colectivo, como no sea profiriendo palabras de maldición y descontento. Esta ausencia de ideal nacional, esas aras vacías donde nadie sacrifica, roban a la vida social, a la convivencia social, el fin que la justifica y nacen a juicio mío de la previa degradación del carácter de cada individuo, de la perversión y baja idea que de sí mismo, de su destino en la tierra tiene cada español; nadie piensa peor de sí que los españoles; recordad las frenéticas ovaciones que se hacía a Costa cuando fustigaba a sus auditorios prodigando los improperios más terribles, los dicterios que nadie osaría decir en particular y cara a cara; y aquellos oyentes revolcándose entre alaridos de entusiasmo, bajo los latigazos del tribuno, daban la impresión más triste, el espectáculo más deplorable: el de unas gentes que sienten su propia abyección y no hallan modo, ni se les ocurre siquiera, salir de ella. Así, por esta pérdida y aniquilamiento del sentido de la dignidad de hombres, de lo que en ellos hay de universalmente valedero por su cualidad de tales, por estar amamantados en la resignación que es el despliegue y goce de las energías espirituales lo que la otra virtud castiza, la sobriedad, es a la adquisición y disfrute de los bienes materiales, por esa decadencia de lo humano ha perdido valor y significado lo español, que ya no es manto sino mortaja, andrajo puesto en los hombros de un cadáver, y eso mismo ha destruido la Patria, porque ni la sociedad española presta incentivo ni empuje a las energías morales de cada ciudadano para su realización y su triunfo, ni hay en el mundo el matiz español que venga a poner su nota armoniosa y acorde en el conjunto de la civilización universal".

  "¿Qué nos importan a nosotros, señores, cuando echamos de menos la Patria, qué nos importan a nosotros los motivos secundarios que pueda haber, placenteros al sentimiento, para creerse adheridos a una Patria nacional? (…) La Patria no es eso, es más que eso; la Patria para nosotros será la que realice la justicia y la libertad, la que nos preste los medios de arribar a los órdenes superiores de la cultura humana, la que nos permita realizar en su plenitud las aspiraciones de nuestra conciencia de hombres libres, no la que nos veje, no la que nos oprima, no la que viole y escarnezca nuestro íntimo sentido del derecho. Decidme: ¿vosotros os creéis libres en España? ¿No sentís todos los días que vuestra noción de lo justo es pisoteada? ¿No os arrojaron a la cara el dictado de mal español o de antipatriota cada vez que habéis alzado, que hemos alzado la protesta contra algún atropello de la libertad o de la vida de algún hombre? Justicia y libertad, ¡peregrinas sin albergue en tierras de España! ¡Respeto a la conciencia individual, palabras vacías, lenguaje de ilusos y pedantes, corrompidos por el extranjero! ¿Cómo han de hallar acogida en el país de la desigualdad y del monopolio de los privilegios religiosos, de los privilegios económicos, donde organismos enteros de los servicios públicos se sustraen al juicio de la opinión, y en cuanto pueden al del Parlamento, donde la corrupción y la amenaza son los medios más eficaces de bienquistarse con los Poderes públicos?"

 "Esa Patria que no existe es la que nosotros aspiramos a crear. ¡Ya veis si es grande nuestra ambición! Aspiramos a crearla para tener un ambiente respirable, un medio más blando en que movernos y una justificación del esfuerzo y del dolor en la vida, para que el trabajo no parezca un capricho criminal del Destino, para sentirnos incorporados al mundo, y para que el fruto de nuestros afanes vaya por ese canal a enriquecer el espíritu eterno, el espíritu del hombre, que ya no está encadenado a la roca de Prometeo" 

  • Discurso homenaje a Melquiades Álvarez y Gumersindo de Azcárate (1916)

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