
Lo cierto y verdad es que España no ha pasado por los grados de fiebre política renovadora e innovadora que se han producido en otras partes, y nos encontramos en la vida española con problemas de orden social y político de complejidad extraña, como ocurre en otros ordenes de la vida española, donde se ven contrastes raros, inusitados, donde frente a manifestaciones de progreso que están al par de cualquier otro país, se ven manifestaciones de atraso y casi de barbarie que parecen propias de un país del siglo XII. En la evolución política española ocurre algo de esto. España es un país muy curioso y digno de estudio, pero muy difícil de gobernar, precisamente por esta situación extraña. Así estamos ahora viendo el auge y el alzamiento político de clases proletarias que enarbolan las mismas enseñas que en los países más evolucionados políticamente, junto a manifestaciones de retroceso y de regreso en el orden político y social que han desaparecido de todos esos países que S.S. admira y que nos quiere presentar como ejemplo. ¿Por qué han desaparecido allí y no aquí? Porque en España no ha habido la revolución liberal del siglo XIX. Si la hubiese habido, ahora estos señores estarían luchando con una burguesía fuerte, potente, productora, que habría impulsado el progreso español por los caminos por donde lo ha impulsado la gran burguesía en los países europeos. Aquí de eso no ha habido apenas nada, y hemos pasado del régimen feudal, territorial, señorial de las grandes Casas históricas españolas, venidas a decadencia sin haber perdido el poder político y económico hasta que ha venido la República; hemos pasado, digo, a las primeras manifestaciones revolucionarias del proletariado que empuja hacia el poder político, cosa extraordinaria que no ha ocurrido en ningún país más que en el nuestro" (Aplausos.)
- Extracto del discurso sobre la declaración ministerial y el programa electoral del nuevo Gobierno. Sesión de Cortes de 16 abril de 1936
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