29 ago 2018

El último estadio del capitalismo

  "La primera verdad es que la libertad de una democracia no está a salvo si la gente tolera el crecimiento del poder en manos privadas al punto de convertirlo en algo más fuerte que el propio Estado democrático. Eso, en esencia, es el fascismo; la propiedad del Estado por parte de un individuo, de un grupo o de cualquier otro que controle el poder privado"
Franklin D. Roosevelt

  "En 1857escribe Vicente Verdú en El capitalismo funeral tuvo lugar la primera crisis financiera importante en Estados Unidos. Empezó con el hundimiento del Ohio Life & Trust y se extendió por todo el país, arrastrando consigo a 1.415 instituciones bancarias. Las acciones cotizadas en la bolsa de Nueva York disminuyeron hasta un 75% de su valor y poco después las dificultades llegaron a Europa, donde se fue a pique el primer banco de Inglaterra, el Overend, Gurney & Co"

 Tras la Gran depresión (1929/30) –señala el celebrado documental Inside Job–, Roosevelt enderezó la economía norteamericana con leyes intervencionistas y garantistas. El negocio financiero quedó fuertemente regulado y se tipificaron delitos como los de información privilegiada –Inside job / inside trading–. Los bancos eran negocios nacionales que no tenían permitido especular con los depósitos de sus clientes y donde las inversiones de riesgo estaban prohibidas o severamente tasadas. Las entidades de inversión que trabajaban con acciones y bonos, eran sociedades pequeñas y privadas. Sin conocer crisis alguna, Estados Unidos vivió cuarenta años de crecimiento económico.   

 Todo cambió a partir de los años 70. Las tesis de Friedman y la Escuela de Chicago buscaban restaurar el pecado original: El auténtico libre mercado se regula por sí mismo en perfecto equilibrio. Tras el nuevo mantra, la aspiración de reducir el Estado a un carácter residual: policía, hegemonía militar y cultural al servicio de la nueva plutocracia.

  En realidad, el estallido de la denominada Crisis mundial de 2008 no obedeció sino a la más pura lógica: el asalto neoliberal terminaba por desbocarse bajo la presidencia de Bill Clinton primero, y George W. Bush y su camarilla –Cheney, Wolfowitz y Rumsfeld– después.  En 1999 se desmantelaba la regulación que separaba las entidades comerciales de las de inversión. Se buscaba unificar la banca comercial, clásica y fiable, con la especulativa; hacer de aquella un activo más al servicio del nuevo gansterismo financiero. Hasta entonces, los bancos debían ceñirse a operar en un sólo Estado. Goldman Sachs, por ejemplo, desarrollaba su actividad en New Jersey y, como el resto de entidades financieras, tenía prohibida su expansión al resto de los Estados Unidos. Las nuevas leyes le permitieron multiplicar por cincuenta su dimensión haciéndose con 49 bancos nacionales en los 49 Estados restantes. La banca tradicional, de depósito y crédito individualizado, fue engullida por un nuevo supercapitalismo de seis megabancos europeos y seis americanos. El mundo asistió a la instauración de un nuevo mercado-casino puramente especulativo, donde, entre otras medidas, desaparec el delito de información privilegiada y la obligación de identificarse.

  Hoy los negocios regulados controlan a los reguladores; son los grupos de presión de los bancos los que, en realidad, escriben las leyes de la regulación financiera, señala Noam Chomsky en Requiem for the American Dream (min.37-42´). “Llegaron los rescates de Bush y Obama que ya comenzaran con Reagan. En una economía capitalista no debería ocurrir eso. En un sistema capitalista se eliminaría a los inversores que realizaran inversiones de riesgo, pero los poderosos no quieren un sistema capitalista, sino acudir al Estado tan pronto estén en problemas para ser rescatados por el contribuyente. Es el Too big to fail o Demasiado grande para (dejarlo) caer. "Ellos originaron la crisis. Ahora son más poderosos aún". Chomsky no puede hablar con mayor franqueza: "Ya están creando el siguiente rescate"

 "Cualquier americano con experiencia europea envidia la vida de los pueblos mediterráneos, la capacidad de conservar una vida social y ciudadana, la virtud de compatibilizar el ocio con el trabajo" señalaba, en fin, Verdú en El planeta americano. Escritas en 1996, estas palabras resultan ya anacrónicas en gran medida y certifican la actual hegemonía del capitalismo corsario. Verdú llamaba a los europeos a la resistencia. "Aceptar que el modelo americano es el designio de nuestro futuro cultural equivale a suicidarse" ¿Conservamos aún la capacidad de indignación?
 

 

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