"He venido al mundo demasiado tarde −profiere Napoleón−, los hombres están demasiado ilustrados. ¡Ya no se puede hacer nada grande!... Sí, convengo en que mi carrera ha sido hermosa y me ha abierto camino; pero, ¡qué diferencia con la Antigüedad! Piense usted en Alejandro; después de haber conquistado Asia y de haberse anunciado a los pueblos como hijo de Júpiter, todo Oriente lo creyó, a excepción de su madre, Aristóteles y unos cuantos pedantes de Atenas. Pues bien, si yo me declarase hoy hijo del Padre Eterno y anunciase que voy a ofrendarle una acción de gracias, no habría una sola pescadora de Paris que no me silbara al pasar".
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