“La sociedad española busca, hace
más de cien años, un asentamiento firme. No lo encuentra. No sabe cómo
construirlo. La expresión política de este desbarajuste se halla en los golpes
de Estado, pronunciamientos, dictaduras,
guerras civiles, destronamientos y restauraciones de nuestro siglo XIX.
La guerra presente, en lo que tiene de conflicto interno español, es una
peripecia grandiosa de aquella historia. No será la última. En su corta vida,
la República no ha inventado ni suscitado las fuerzas que la destrozan. Durante
años, ingentes realidades españolas estaban como sofocadas o retenidas. En todo
caso, se aparentaba desconocerlas. La República, al romper una ficción, las ha
sacado a la luz. No ha podido ni dominarlas ni atraerlas, y desde el comienzo la
han atenazado. Quisiéralo o no, la República había de ser una solución de
término medio. He oído decir que la República, como régimen nacional, no podía
fundarse en ningún extremismo. Evidente. Lo malo es que el acuerdo sobre el
punto medio no se logra (…) Por lo visto, nuestro clima no es favorable a la
sabiduría política. La República, dando bandazos, ha venido a estrellarse en los abruptos contrastes del país.
- Manuel Azaña / La velada en Benicarló