31 mar 2022

España, la historia de un país por resolver

Desde sus comienzos, escribe Josep Fontana, la historia ha cubierto siempre una cierta función social; la de legitimar el orden establecido. “El hombre no tiene naturaleza sino historia” señalaba José Ortega y Gasset durante el convulso año de 1935 al tiempo que apelaba a una nueva razón narrativa para su país: la firme proclamación de su razón histórica. Ortega acusaba la ausencia de un relato nacional. Un cuarto de siglo antes, al calor del Desastre del 98 y el colapso del turnismo, había dejado dicho en Bilbao: “España es un dolor enorme, profundo, difuso: España no existe como nación. Construyamos España”. 

Toda identidad nacional lleva aparejada no pocos relatos míticos que la sustentan; la historia, en cambio, y en tanto método o ciencia, habría de perseguir la más honesta aproximación posible al pasado. Pero la historia busca también, escribe Sánchez-Albornoz, “contribuir a la formación de la conciencia histórica de su nación y de su época”. Si tal contribución suele pecar de un chovinismo acaso inevitable, diríase que, en el caso de España, tampoco queda exenta de artimañas narrativas, si pueden así denominarse, empeñadas en mostrar una más que discutible interpretación de su pasado.

España, la historia de un país por resolver es una síntesis de la historia peninsular reveladora de dicha interpretación. Si algunos de sus protagonistas merecen especial dedicación, otros apenas resultan acreedores a ella. No nos interesan usos, costumbres, perspectivas artísticas o comparados análisis socio-económicos de cada época. Nos importa, en exclusiva, ese gran misterio llamado España, la dinámica y comprensión de sus respectivas soberanías históricas, los porqués de su secular invertebración, todos aquellos factores, en fin, que subyacen más allá de elaborados mitos o aparentes verdades inobjetables.

La profusión de citas intercaladas, ya de históricos protagonistas, ya de otros autores, no solo persigue privilegiar la obra; buscamos arrojar al lector a aquel tiempo, convertirlo en espectador de su propio pasado. Y un último consejo para quienes sospechen no sentirse atraídos por la historia. Si en este punto te sientes concernid@, te propongo no empezar la lectura de este manual por su primera página, o sí... Prioriza tu curiosidad.

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