Para Aristóteles el origen de la vida se
encuentra en el estado de humedad. ¿Pero en qué momento la materia deriva en materia orgánica? En su libro "El principio de todas las cosas", el teólogo Hans
Küng señala cómo hace más de tres mil millones de años, no existe aún vida
alguna sobre la tierra, pero se cumplen ya los requisitos químicos para
la formación de ácidos nucleicos del tipo ARN desde una disposición
puramente aleatoria de sus componentes: "De manera del todo azarosa,
surgen, aunque sea muy de vez en cuando, moléculas de ARN, que, en un
estado de plegamiento, aceleran como catalíticos la síntesis de los
propios ácidos nucleicos: dicha autoreproducción junto al metabolismo y
la mutabilidad, conforman el disparo de salida hacia la vida"1.
El ARN tiene como función básica gestionar, articular los procesos de expresión de la información genética en la síntesis de proteínas. El ADN, sin embargo, almacenará, conservará y transmitirá la información genética de células padre a células hijas. Si el ARN es un mero intermediario de información genética, el ADN conserva y transmite dicha información de generación en generación. El descubrimiento del ADN evidencia así, por vez primera, una voluntad de transmisión hereditaria. El ADN busca "seguir siendo", transmitir su legado a su descendiente.
De la materia inerte al ARN y de éste, al ADN. De la materia a la materia viva y a un proceso motor de desarrollo racional. Dalí ve en el descubrimiento del ADN el soplo de Dios; la expresión de la operatividad divina: "la única estructura legítima hoy es la estructura molecular del ácido desoxirribonucleico". A ojos del artista, el ADN, en tanto materia viva e inteligente, es la prueba de la existencia de Dios
1-. En palabras de Küng, "seguimos sin saber a ciencia cierta cómo surge por vez primera la vida a partir de lo inanimado, pero sí sabemos que la transición hacia la vida se basa en regularidades bioquímicas, o lo que es lo mismo, en la auto-organización de la materia, de las moléculas. A partir de la materia primigenia se forman (a través de descargas eléctricas) moléculas y sistemas cada vez más complejos. Ya en el nivel molecular rige la selección natural, la supervivencia del más apto. Esta tendencia a la "aptitud" impulsa imparablemente "hacia arriba" el desarrollo a costa de las moléculas menos aptas. Así se produce la evolución de los seres unicelulares, luego los pluricelulares y, por último, de las plantas y animales superiores. (...) A través de la ampliación, mutación y selección de fragmentos de secuencias de ARN, se llega a la "invención" de procesos y estructuras bioquímicas básicas. El rol de sustancia hereditaria pasa de ARN al ADN. Algunas células desarrollarán a partir de ahí la capacidad de fotosíntesis: la energía solar fue aprovechada directamente como fuente de energía para el metabolismo".
El ARN tiene como función básica gestionar, articular los procesos de expresión de la información genética en la síntesis de proteínas. El ADN, sin embargo, almacenará, conservará y transmitirá la información genética de células padre a células hijas. Si el ARN es un mero intermediario de información genética, el ADN conserva y transmite dicha información de generación en generación. El descubrimiento del ADN evidencia así, por vez primera, una voluntad de transmisión hereditaria. El ADN busca "seguir siendo", transmitir su legado a su descendiente.
De la materia inerte al ARN y de éste, al ADN. De la materia a la materia viva y a un proceso motor de desarrollo racional. Dalí ve en el descubrimiento del ADN el soplo de Dios; la expresión de la operatividad divina: "la única estructura legítima hoy es la estructura molecular del ácido desoxirribonucleico". A ojos del artista, el ADN, en tanto materia viva e inteligente, es la prueba de la existencia de Dios
1-. En palabras de Küng, "seguimos sin saber a ciencia cierta cómo surge por vez primera la vida a partir de lo inanimado, pero sí sabemos que la transición hacia la vida se basa en regularidades bioquímicas, o lo que es lo mismo, en la auto-organización de la materia, de las moléculas. A partir de la materia primigenia se forman (a través de descargas eléctricas) moléculas y sistemas cada vez más complejos. Ya en el nivel molecular rige la selección natural, la supervivencia del más apto. Esta tendencia a la "aptitud" impulsa imparablemente "hacia arriba" el desarrollo a costa de las moléculas menos aptas. Así se produce la evolución de los seres unicelulares, luego los pluricelulares y, por último, de las plantas y animales superiores. (...) A través de la ampliación, mutación y selección de fragmentos de secuencias de ARN, se llega a la "invención" de procesos y estructuras bioquímicas básicas. El rol de sustancia hereditaria pasa de ARN al ADN. Algunas células desarrollarán a partir de ahí la capacidad de fotosíntesis: la energía solar fue aprovechada directamente como fuente de energía para el metabolismo".