23 oct 2017

Giordano Bruno

El pintoresco mercadillo romano de Campo dei Fiori deja espacio por las noches al ocio de sus terrazas. En el centro, una austera y enigmática estatua guarda silencio. Sosteniendo uno de sus tratados, Giordano Bruno da un paso al frente desafiando a la verdad medieval.

Teólogo, astrónomo, matemático, poeta, escritor y filósofo, Bruno nace en pleno Renacimiento (1548). Copérnico ya ha desarrollado su teoría heliocéntrica; es la tierra la que gira alrededor del sol, pero los estudios de Bruno van aún más lejos: el sistema solar no es una bóveda finita, esfera cerrada y limitada a los planetas que orbitan a su alrededor (como se afirma hasta ahora) sino parte de una vasta realidad aún por determinar. Bruno es consciente de la infinitud del universo. Dios, motor eterno o Acto Puro, es naturaleza en su infinitud; orden cósmico. El herético dominico renuncia al idealismo antropológico. 

Si un teísta como Bruno señala que la existencia de esta fuerza ordenadora descansa en la magnificencia del cosmos, el deísta prefiere acotar en algún momento la realidad cósmica, relacionarse con la divinidad, añadir que dicha fuerza conoce e interviene en los asuntos humanos. La aportación científica de Bruno escandaliza a la cristiandad de la época y termina por enfrentarlo a la Iglesia. Para Bruno, Cristo no es hijo de Dios sino un profeta y por tanto tampoco entra en juego la virginidad de María. El pensador napolitano denuncia otras verdades indiscutibles como la salvación o el juicio final. 

Finalmente encarcelado, Bruno sobrevivirá ocho años en una mazmorra del Palacio del Santo Oficio en el Vaticano. El 17 de febrero de 1600, tras intentar en vano hacer desaparecer toda su obra, la Iglesia lo quemará vivo en la explanada del Campo dei Fiori, donde hoy se le recuerda.

2 comentarios:

  1. Qué buenos son los padres escolapios!...

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  2. En realidad, no se trataba de las ideas en sí, sino de la amenaza que dichas ideas suponían para el complejo aparato de la Iglesia y su jerárquica estructura. Si dios era negado o simplemente desplazado del lugar que se le había asignado, dicha estructura comenzaría a tambalearse, desde la cima (poder papal emanado del mismísimo dios) hasta las incrédulas bases. Estas ideas, estos conocimientos, no habrían supuesto ningún problema o contratiempo para el budismo, por ejemplo, pero para la Iglesia Católica, heredera en tantas cosas del Imperio Romano, significaban una formidable amenaza a su existencia misma.

    Giordano Bruno se enfrentó y puso en jaque, él solo y su conocimiento, al leviatán más poderoso de su tiempo. La hoguera con la que lo ejecutó la Iglesia se apagó hace siglos; la llama de Giordano, no.

    Saludos

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